miércoles, 10 de septiembre de 2014

Gracias por tomarme de la mano.

Creo que desde que terminamos hoy ha sido el día en que más te he extrañado. Lo más raro es que durante el día casi no pienso en ti pero en la noche cuando salen los recuerdos y lo que uno necesita inconscientemente, apareces tú. Sin que yo quiera pensar en ti. En mis sueños. Sin más que para recordarme que ya no te tengo a mi lado. Todos se preguntarán ¿pues, qué extrañarías si no eran constantes sus momentos juntos? No han de comprenderlo nunca. Aquellos tiempos, ratitos, horitas fueron nuestros. Sólo de nosotros, es por eso que nadie lo entiende. Tal vez busquen la manera de entender pero realmente no pueden ¿porqué? porque simplemente ellos no lo vivieron. Pueden dar un punto de vista desde su perspectiva pero ellos no estuvieron ahí la primera vez que me besaste. Ellos no estuvieron ahí todas las miles de veces que me hiciste reír. Nadie vio la manera en que se conectaban nuestras miradas y no existía otra cosa más hermosa que el sólo hecho de mirarnos a los ojos. Ay Dios... tus ojos. Hasta casi puedo recordar el número de pestañas que tienen. El movimiento de tus cejas en tu intento de ser arrogante. Tu sonrisa de ladito cuando quieres parecer serio y no te quieres reír. El tono de tu voz cuando me pedías que cayera rendida en tus brazos. Todos y cada uno de tus besos. Tus millones y distintos besos. Cuando estábamos juntos podíamos apreciar al mundo y al mismo tiempo no existía nada más. Estábamos juntos. Nada más importaba. Todo era irrelevante. Pude comprender muchísimas cosas gracias a ti. No sólo te ame como hombre, sino sobre todo, te amaba como persona. Me enamoré de esa persona sencilla y frágil. Que aunque por fuera pretende que nada puede derrotarlo (y en realidad es así) yo sé que hay cosas que son tu debilidad. Yo sé que aunque aparentes que no pasa nada eres casi tan sensible como yo. Y todo eso lo entendí sin que tú siquiera necesitaras explicarlo. Y nunca lo cuestioné. Porque me enamoré así, sin dudas de porqué eras así. A mí me pareciste perfecto desde la primera vez que te vi. Y sinceramente quiero agradecerte por tanto impacto que causaste en mi vida. Perdón por ya no tener fuerzas para seguir luchando por lo nuestro. Pero llega un momento en la batalla en que se acaban las municiones y no hay forma de no rendirse. Ya ni el amor que te tenía me parecía suficiente para usarlo de arma. Sólo espero que seas muy feliz, porque sé que de verdad lo mereces. Por mi parte hice lo suficiente para hacerte feliz y espero lo haya logrado. Nada fue en vano, mi amor. De nada me arrepiento. Te elegiría una y mil veces más. Gracias por las millones de sensaciones que me hiciste sentir. Gracias por las sonrisas. Las de ambos, por hacerme sonreír y por dejarme verte sonriendo. Gracias por caminar conmigo de la mano. Me hacía sentir que mientras no me soltaras nada malo podía pasarme. Gracias por el último beso. Gracias por el último abrazo, la última sonrisa. Sobre todo, quiero agradecerte que aunque tú no sepas tu simple presencia me salvó de muchas "yo" que sólo querían hacerme daño. Tú fuiste uno de los mayores motivos para que yo acabara con esas yo. Ya las maté. Ya no existen. En fin, gracias por tanto. Y espero que tengas una vida tan bonita como tus ojos.