miércoles, 17 de junio de 2015
¿Por qué?
Ya basta de sentirme patética, de tener la necesidad de pedir perdón por todo, de creer que todo lo que hago está mal, de sentir que no soy lo suficientemente buena para algo. Yo sé que todo esto probablemente nazca en mi mente y que nadie, por más que traten, me puede hacer sentir mejor. No sé ni siquiera exactamente qué tengo así que no sé cómo podrá quitarse. Lo que sí sé es que me siento muy cansada. Muy agobiada de mis tantos pensamientos. Profundos y crueles pensamientos. Me gustaría tener un presente muy diferente a este. Dejar de pensar que el futuro siempre será un lugar mejor y empezar a disfrutar el hoy. No sé cómo. No sé qué hacer. No sé qué me pasa. No sé qué necesito para estar bien. No sé qué me falta para dejar de sentirme vacía. Ojalá nada me afectara tanto. Ojalá nada me consumiera. Pero soy tan débil que cualquier cosa puede inmediatamente tener poder en mí incluso si no se lo propone. Todo me pone nerviosa. Todo me irrita. Todo me aburre. Con nada estoy conforme. Lo que veo al espejo no es lo que quiero ver. Ni tampoco cuando me asomo a mi interior. Nada en mí está bien. Quedan puros vacíos casi imposibles de llenar. Puras cicatrices que no sanan. Un extraño dolor que ya no se quita ni con alcohol y cigarros. Ni con besos de desconocidos. Ni buscando miles de distracciones. No. Va más allá de todo eso. He llegado hasta al patético pensamiento que ya no tiene sentido vivir. Pero también he pensado en que pude haber muerto ya y por alguna razón no lo hice. No he muerto a pesar de tener posibilidades. He estado en un río con la corriente tan fuerte que fácilmente pudo llevarme con ella y no regresarme nunca más. He estado a unos centímetros de que un carro me arrolle y fácilmente echarme a volar unos metros y no despertar. Y no. Por alguna extraña y puta razón no he muerto. Y no sé cuándo lo haré. No sé qué es lo que le detiene a este mundo para dejarme ir. Tengo que encontrar el motivo por el cual sigo aquí. Alguna misión, vaya. Pero cómo voy a saber si me la paso todo el día encerrada. Cómo voy a saber a qué vine al mundo si ni siquiera puedo estudiar la profesión que me apasiona. Cómo voy a seguir luchando por lo que quiero si la persona que más debería de creer en mí no lo hace. No lo hago. No me creo capaz de nada. Porque sé cómo soy. Sé qué tan nerviosa me pone todo. Todos ven un potencial en mí que yo no puedo ver. Todos creen que puedo lograr miles de cosas y puedo tener éxito en lo que quiera pero no sé cómo creerles. Y estoy cansada de quedar como pendeja con mis inseguridades. Porque eso son, pendejadas. Ya estoy bastante grandecita. Estoy por cumplir 19 años y aún no me siento un adulto ni una mujer capaz de valerse por sí misma. Me muero por ser independiente. Y sé que este escrito no lleva a ningún punto en concreto. Pero justamente así está mi vida. Sin un punto al cual llegar. Ninguna meta. Ni fe. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo viajar a todos los lugares que quiera? ¿Por qué no puedo ser sana, alimentarme correctamente, hacer ejercicio? ¿Por qué no puedo madurar? Lo que más me duele de todo es todas las veces que me he decepcionado. Porque uno puede decepcionar y olvidar actos de otras personas. Y recuperar la confianza. Pero, en uno mismo ¿cómo? ¿cómo me perdono a mí todo lo que me he hecho y lo que no me atreví a hacer? ¿Cómo me perdono los miles de insultos que le grité al espejo? ¿Cómo me hago entender que soy lo suficientemente buena como para lograr lo que me proponga y que no necesito de la aprobación de pinches nadie para hacer lo que me de mi puta gana?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)