Eres de esas cosas (que no son cosas) que uno por más que llore jamás se
arrepiente. Por más que llore de felicidad o de tristeza. Y que aunque uno sabe que tal vez no vales la
alegría ni la pena, uno se queda contigo.
Porque uno soy yo y quiero que tú y yo seamos uno. Y quiero un nosotros.
Y quiero que tú tampoco te arrepientas de nada de lo que has vivido conmigo.
Quiero que aún tengas ganas de permanecer en mi vida y de no dar problemas sino
darme sonrisas. Y darme motivos para seguir y no detenerme. Que si bien no
todos sabemos que el verdadero amor no trae problemas, ni amarguras. A veces trae llantos pero esos son porque
alguno de los dos se aterra a la idea de encontrar algo tan maravilloso y le da
pavor arruinarlo. Y le da pavor lastimar a la otra persona. Y eso se entiende.
Porque ¿quién va a querer ser la razón por la que sufre el ser querido? Pero
por pavor uno no debe de huir. Se debe de luchar y que ese pavor sirva para
valorar más a la persona. A la gran
persona que tienes a tu lado. Y que
podrías tener contigo el resto de tu vida. O no. Pero eso no se elige. El
destino tiene muchas letras y muchas casualidades. Y muchos “tal vez” y muchos
“no” y muchos “sí”. Y otras veces el destino es canijo y no te entiende y hace
lo que le da su gana sin piedad ante nadie. Pero así es. Y si al destino se le antoja vernos juntos por muchos años
hay que darle el honor. Y que nos vea bonitos. Y qué importa cómo nos vea al
fin y al cabo que nos vea juntos. Pero el destino no siempre se encarga de
todo. Y no hay que echarle toda la culpa. Que si bien él quiere puede que pase
algo que quiera separarnos y uno puede luchar porque eso no pase. Pero esa es
decisión tuya. Tú sabes qué tanto
quieres a esa persona como para qué tanto vas a luchar por permanecer con ella.
Y ojalá me quieras tanto como yo a ti. Porque yo por ti si andaba luchando
contra dragones y lobos. Y enfrentaría mis más profundos temores. Solo por ti.
¿Tú lo harías por mí? Y ¿sabes qué? Tal vez lo haría hasta sin necesitar que tú
lo hagas por mí. Por el solo hecho de quererte. Porque quererte es un placer.
Es un deleite que tal vez no solo yo me doy. Tal vez otras disfrutan el
quererte. Pero nadie a mi manera. A mi manera tan absurda y tan aferrada y tan
patética. Pero al fin y al cabo mi manera. Y espero que no haya una díscola que
se encargue de distraerte y no te deje ver mi amor profundo y tonto y absurdo.
Y que te enamore con otro tipo de amor. Otro amor que te envuelva. Que si lo
llegas a encontrar te juro que mi alma no lo iba a perdonar. Mi alma no pero yo
sí. Pero espero que eso no pase. Te quiero. Y ese es mi único argumento ante
todo.
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