lunes, 9 de junio de 2014
Te adoro, pedazote de mi vida.
Perdón. Perdóname por lo que no sabes que iba a hacer. Y por la misma razón, no sabrás de mis disculpas. Pero quiero escribirte mi perdón. Aunque no lo leas. Lamento haberme sentido sola. Tan sola. A pesar de tu tan grande amor. Perdóname por haberme sentido así. Y por haber dudado de ti. Y como te dije ayer, por más que te alejes o pase mucho tiempo sin ti yo sigo sintiendo lo mismo cada vez que te veo. Y no quiero que esto termine. Que terminemos. No, no y no. ¡¡¡No puedo creer lo que te iba a decir!!! Iba a renunciar a ti, ¿te das cuenta? Estuve a punto de darme por vencida, pero ¿sabes qué me detuvo? Tu sonrisa. Tu mirada tan en mí. Tu simple presencia. Y te miré así, tan guapo, tan chaparro, tan diáfano, tan, tan, tan... tan tú. No sabes lo feliz, y sobre todo, agradecida que estoy por no haber cometido ese error. Ese grave error. Que hasta me parece error por el simple hecho de sólo haber pensado en ello. ¡Qué locura! Pero me alegra haberte visto. Y haberme dado cuenta de lo que pude perder. Me alegra que estés tan conmigo. Tan queriéndome como tú sabes querer. Me alegra que por sobre todas las cosas aún estemos juntos. A pesar de la distancia, del tiempo, aquí seguimos. Me encanta que seas mi mejor amigo, mi compañero, mi novio, mi cómplice. Qué digo mi cómplice, mi todo. Lamento haber dudado tanto. Es una falta de respeto después de todo lo que hemos pasado juntos. Perdona. Lo nuestro merece respeto, ¿sabes porqué? Porque es de las cosas más maravillosas que he vivido. Y no quiero que se termine. Ni loca quisiera que esto acabara. Que nuestros caminos se tornaran para cada quién por su lado. No quiero. No quiero dejarte. Eres mío. Tan mío como tuyo. Eres nuestro. Mío y tuyo. Libre, libre como el viento. Puedes ser lo que tú quieras, mi amor. Nada más déjame quererte. Déjame no arrepentirme de nada. Te adoro, pedazote de mi vida. No te me vayas. Por favor. Y gracias por dedicarme tal tiempo. Gracias por permanecer, por existir, por ser. Por más difícil que se ponga el camino, ésto, apenas comienza. Y no te quiero prometer un "para siempre". No me gustan las promesas. Tú mereces hechos. No simples promesas que pueden ser borradas de la arena. Gracias por tu tiempo. Gracias por tu simple y sencilla manera de quererme.
jueves, 5 de junio de 2014
Discúlpame, pero qué ridículo.
No soy tu princesa, ni tu reina, ni tu bebé, ni tu vida, ni tu amor. Ni soy tantita tuya siquiera. Y sinceramente ya no sé si quiera ser tuya. Porque pertenecer es completamente. Y como ya lo he escrito un montón de veces, tú eres más a medias que a patadas. Ni a fuerzas, ni a mentadas de madre, de ninguna manera te entregas completamente. No sé si a otra cosa si te entregues, algo que te apasione de verdad como para chingarte haciendo eso toda la vida. Pero por lo menos por mí, no siento que te entregues al 100%. Pero es que no la chingues, ni siquiera lo intentas. ¿Qué tal si te hago el hombre más feliz de la existencia? ¿qué tal si dejaras de ponerme tantos peros y comenzaras a ponerme alegre a cada amanecer? La verdad es que por más que digan que no esperemos nada de nadie, de ti si esperaba por lo menos un poquito. Un poquito de ti. Y esperé y esperé. Y creo, no estoy muy segura, pero creo que sigo aquí. Esperándote. Esperando a que pase algo. Que nos pase. Que pasemos. Que seamos y no dejemos de ser. Quiero que volemos juntos, pero uno no puede volar con las mitad de las alas ¿o sí? Anda pues, dame las alas completas si me las vas a dar. O mejor no me des nada. Pero no me dejes así a media rama del árbol más alto. Yo quiero echarme a volar y tal vez tú sólo quieres echar raíces. Quisiera saber a qué chingado le tienes miedo. Tal vez sea a que yo te lastime. Pero qué ridiculez. Por más intenciones que yo tenga de destrozarte no podría. Tan sólo mírame. Sigo siendo la niña frágil, inocente, que no es capaz de lastimar a propósito a un ser ni aunque se lo proponga. ¿A ésto le tienes miedo? Discúlpame pero, qué ridículo. Ya me tienes bien cansada. Y ya no sé si me tienes. Pero aquí estoy, y seguiré. No sé si contigo, no sé si sin ti. Seguiré y no me voy a detener ni por ti ni por nadie. Porque a mí si me tengo. Y sí estoy segura de que quiero hacerme feliz. Y de todo lo que me merezco y de lo que soy capaz por mí. Justo de lo que nunca estuve segura de ti. Pero está bien, tus razones tendrás. Y lo que decidas, siempre te voy a desear lo mejor. Y de todo corazón espero que algún día te entregues hasta los huesos a alguien. Alguien que valga la pena, por su puesto. Y no tanto la pena, más bien que valga la alegría. Porque tú vales millones y no me gustaría que estuvieras a lado de una persona que no te merece. Eres mucho. Eres todo. Eres tanto que a veces pareces irreal. Pero eres, definitivamente eres. Gracias por tanta realidad. Y por tantas dudas también. Todo pasa por algo. Y si tú me pasaste, fue por una buena razón.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)