jueves, 5 de junio de 2014
Discúlpame, pero qué ridículo.
No soy tu princesa, ni tu reina, ni tu bebé, ni tu vida, ni tu amor. Ni soy tantita tuya siquiera. Y sinceramente ya no sé si quiera ser tuya. Porque pertenecer es completamente. Y como ya lo he escrito un montón de veces, tú eres más a medias que a patadas. Ni a fuerzas, ni a mentadas de madre, de ninguna manera te entregas completamente. No sé si a otra cosa si te entregues, algo que te apasione de verdad como para chingarte haciendo eso toda la vida. Pero por lo menos por mí, no siento que te entregues al 100%. Pero es que no la chingues, ni siquiera lo intentas. ¿Qué tal si te hago el hombre más feliz de la existencia? ¿qué tal si dejaras de ponerme tantos peros y comenzaras a ponerme alegre a cada amanecer? La verdad es que por más que digan que no esperemos nada de nadie, de ti si esperaba por lo menos un poquito. Un poquito de ti. Y esperé y esperé. Y creo, no estoy muy segura, pero creo que sigo aquí. Esperándote. Esperando a que pase algo. Que nos pase. Que pasemos. Que seamos y no dejemos de ser. Quiero que volemos juntos, pero uno no puede volar con las mitad de las alas ¿o sí? Anda pues, dame las alas completas si me las vas a dar. O mejor no me des nada. Pero no me dejes así a media rama del árbol más alto. Yo quiero echarme a volar y tal vez tú sólo quieres echar raíces. Quisiera saber a qué chingado le tienes miedo. Tal vez sea a que yo te lastime. Pero qué ridiculez. Por más intenciones que yo tenga de destrozarte no podría. Tan sólo mírame. Sigo siendo la niña frágil, inocente, que no es capaz de lastimar a propósito a un ser ni aunque se lo proponga. ¿A ésto le tienes miedo? Discúlpame pero, qué ridículo. Ya me tienes bien cansada. Y ya no sé si me tienes. Pero aquí estoy, y seguiré. No sé si contigo, no sé si sin ti. Seguiré y no me voy a detener ni por ti ni por nadie. Porque a mí si me tengo. Y sí estoy segura de que quiero hacerme feliz. Y de todo lo que me merezco y de lo que soy capaz por mí. Justo de lo que nunca estuve segura de ti. Pero está bien, tus razones tendrás. Y lo que decidas, siempre te voy a desear lo mejor. Y de todo corazón espero que algún día te entregues hasta los huesos a alguien. Alguien que valga la pena, por su puesto. Y no tanto la pena, más bien que valga la alegría. Porque tú vales millones y no me gustaría que estuvieras a lado de una persona que no te merece. Eres mucho. Eres todo. Eres tanto que a veces pareces irreal. Pero eres, definitivamente eres. Gracias por tanta realidad. Y por tantas dudas también. Todo pasa por algo. Y si tú me pasaste, fue por una buena razón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario