martes, 12 de abril de 2016
Quiero, quiero, quiero.
Quiero querer algo. Quiero querer tener ganas. Quiero motivación. Quiero que al menos algo tenga un poco de sentido. Quiero no sentirme miserable. Quiero no haberle roto el corazón al muchacho que sólo quiere lo mejor para mí. Quiero darme oportunidades. Quiero perdonarme, entenderme, valorarme. Quiero conocerme. Conocerme a tal grado de que absolutamente nada ni nadie me afecte. Ni comentarios negativos, ni miradas matadoras, ni decepciones. Quiero necesitarme. Quiero sentir que soy suficiente. Quiero hacer lo que amo y amar lo que haga. Quiero sentir. Quiero ser. Quiero sentirme útil. Que sirvo aunque sea para un mínimo de actividades. No sé quién soy. No sé qué quiero, ni a quién quiero, ni cómo quererme. No sé a dónde voy. No sé si necesito ir a un psicólogo o a la iglesia. No sé a dónde pertenezco. No sé cómo dejar de pensar en lo que sería. No dejo de decepcionarme. No dejo mis malos hábitos. No dejo de avergonzarme no sólo frente a mí sino frente a personas que intento querer. Mis intentos de mejorar sólo quedan en mi mente. Mis acciones no dicen nada. Porque no las hay. No hago nada. Pierdo mi tiempo en distracciones que sólo me hacen sentir cada vez menos. No pensé que se pudiera estar tan vacía y perdida. No pensé que mi vida sería así a los 19 años. Estoy cansada de fingir. Yo no soy así como ustedes piensan. Yo no soy nadie porque no sé quién soy. No he llegado a conocerme. Quiero que llegue el momento en que me conozca a la perfección y mis acciones hablen por mí. En el que no me tenga que justificar por nada ni conmigo ni con nadie. En que haga lo que sueñe, lo que quiera, lo que desee. En que no me importe el qué dirán o decepcionar a alguien más. Que sólo me importe decepcionarme a mí para ver en qué puedo mejorar esta vez. En que no me rinda al segundo intento. Que pueda estar orgullosa de mí a pesar de no haber logrado tanto. En que deje el puto miedo de fallarme y que me fallen e intentar, intentar, intentar. El miedo me tiene paralizada. No sé en qué momento me volví tan cobarde. Quiero no ser cobarde. Quiero rebelarme ante al mundo, pero sobre todo, ante mí. Quiero aprender. Aprender, aprender, aprender. Eso es lo que más me hace falta. Aprender sobre el mundo, pero principalmente, aprender sobre mí. Aprender a ponerme como prioridad por amor propio y no por egoísmo. Y ya cuando aprenda lo suficiente de mí, aprender de las personas. Aprender a quererlas, a respetarlas, a valorarlas. Aprender que todos se equivocan y que está bien si no me soportan o si no me quieren. Aprender a decir "no" y a aceptar los "no" de los demás. Aprender a tolerar, a perdonar, a callarse la boca cuando no se sabe por lo que está pasando el otro. Aprender a dejar de lado la indiferencia, el orgullo, la dignidad. Porque son cosas ridículas que sólo te hacen perder el tiempo y personas. Espero que pronto pueda dejar de lado mis miedos, debilidades y todo lo que me hace ser como no soy en este momento. No seas como yo. No te dejes de querer y satisfacer. Conócete. Apréndete. Estúdiate. Pero nunca te dejes, ni te pierdas, ni te detengas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario